sábado, 22 de octubre de 2011

Antonieta

Antonieta está en stand by
No puedo decir que murió, por que está viva, existe...
...pero ya no habla conmigo, ni me pide que le diga cosas al resto por ella.
Es más, Antonieta ya no habla
Ya no ve.
Ya no escucha.
Solo está ahí, parece que espera algo...no se qué es.
Contempla mi vida con sus ojos abiertos y ciegos, sin pestañear, como si realmente viera y no quisiera perderse ni un detalle...pero no ve.
Ahora ya no recojo las hojas de su diario.
Ya no extraño todo aquello que al leerla me hacía extrañar.
Ahora he descubierto el ardor de la felicidad tatuada en una pierna.
Claro, Antonieta tiene espasmos de vez en cuando que hacen que voltee a verla, hasta creo que a veces escucho su voz y veo que sus labios se mueven.
Pero no, no es eso, Antonieta sigue en stand by.
Y así está bien.

sábado, 15 de enero de 2011

Diario de Antonieta...Extraño

15 de Enero / Cualquier año


Es triste Diario, como paso por las calles y nada dejan en mí y yo en ellas. Es como si no existiera. Felizmente esa sensación me dura muy poco dentro, luego es evacuada como un pedazo de excremento cremoso e indoloro.

Hace días quiero hablarte de Él nuevamente. Lo he estado pensando mucho últimamente, y no se por qué. Es mas, ni si quiera recuerdo qué es lo que hacíamos en estas mismas fechas hace tantos años. Mi memoria sin duda lo ha borrado, pero mis fibras más internas aun recuerdan las sensaciones que solo Él me ha podido dar, como punzadas de vida entre tan vacío inerte.

Hay miradas que sabes que jamás podrás encontrar en otros ojos, y que jamás podrás dar tú. Miradas que son solo de uno a uno y ahí terminan, no hay generosidades para otros. Eso era lo que nos sucedía; El me sabía mirar exactamente. Sus largas pestañas enganchaban mi mirada con la suya, y nuestros ojos se convertían en personajes independientes, con historias propias que compartir. Esa mirada, jamás le he vuelto a encontrar. He revisado en muchas personas, animales, fotografías, videos…no existe, tu mirada no existe. ¿Y yo…cómo te miraba?

Acabo de recordar una tarde de Domingo en la que acariciabas mis cabellos. Yo estaba recostada en el piso y jugaba a ser una estrella, estirando mis extremidades y mi cabellera para que quedara lo mas larga posible al ras del suelo. Tú te recostaste en sentido opuesto a mí, colocando tu cabeza a un lado de la mía, estirando tus extremidades también, y acariciando mi cabello largo enroscándolo en tus dedos. Decías que yo te encantaba y yo no decía nada, solo miraba el foco de luz prendido en el techo. Me lo repetías muchas veces hasta que hacías que volteara mi cabeza hacia ti y te mirara directamente a los ojos. Ahí me lo repetías una vez más y yo sonreía, luego soplaba en tus ojos para que dejaras de mirarme así.

No te extraño, extraño existir.

viernes, 14 de enero de 2011

Diario de Antonieta... Navidad

25 de Diciembre / Cualquier año


Querido Diario:

Primer año luego de muchos que vuelvo a la casa de mis padres para pasar ahí la Navidad. Sería mucho más indicado decir “celebrar ahí la Navidad” pero, después de tantos años sola y lejos de ellos, volver a su casa por esta semana de Diciembre me sigue indicando que con mis padres uno solo “pasa” las fechas supuestamente especiales, “celebrar” no está dentro de sus posibilidades.


El año pasado mi Navidad fue un tanto extraña. Me la pasé durmiendo de 24 para 25 y a la mañana siguiente fui a una reunión que la empresa para la cual trabajaba organizó. Fue raro que eligieran el mismo 25 de Diciembre para hacer la celebración, generalmente las personas suelen visitar a familiares ese día. Contrario a lo que yo pensaba, muchos de mis compañeros y compañeras de trabajo asistieron a la reunión y se quedaron todo el día, tarde y noche en el local. Como a las 5 de la tarde ya todos estaban lo suficientemente ebrios como para contar sus historias familiares y llorar. No soporté el espectáculo y fui a caminar por la playa.


Esa caminata por la playa…ni siquiera sé porqué no te escribí sobre esto antes. Esa tarde, después de la reunión, bajé a la playa, a una con arena para poder caminar descalza. Miraba como el sol se hundía a lo lejos, despistado de las celebraciones humanas, y yo tratándome de contagiar un poco de él. Me senté mirando hacia el mar. De pronto un joven se acercó a la orilla, se quedó parado dejando que el mar mojara sus pies. Luego de un rato caminó hacia mí y preguntó si podía sentarse conmigo. En realidad su compañía a lo lejos ya me había gustado así que tenerlo sentado a mi lado me habría gustado más, pero le dije que no, que prefería estar sola y que la playa era lo suficientemente grande para que él pudiera sentarse en otro lugar. Me miró, sonrió y mientras se iba dijo: Como quieras, Antonieta, siempre como quieras.


Jamás lo volví a ver. No sé como supo mi nombre. Sí, lo sé, parece como parte de esas películas estúpidas y cursis, pero me pasó. Una amiga una vez me contó que le había pasado algo parecido: Estaba en la calle y uno de los chicos que trabaja en transporte público le gritó “Hey Alexandra! Buena noche la de la otra vez!”. Ella me aseguró no haberlo visto jamás, pero que tal vez en algún punto de alguna noche de celebración en algún lugar pudo haberlo conocido. En mi caso, yo no salgo a bares, ni ando con grupos grandes de gente. Desde que me mudé sola he extendido mi soledad a las situaciones sociales con lo cual me siento bien. Es lo que quiero, siempre como quiero. Este chico lo dijo y en algún momento otro también me lo decía, constantemente y preocupado.


La casa de mis padres, siempre tan ordenada, limpia, y decorada por Navidad gracias a mi madre. Verme llegar no hizo que se sorprendieran. Fue solo como un nuevo punto de partida para la rutina de siempre y de años atrás: Navidad en Familia de a Tres. Entré a casa, los saludé, mi madre me mostró sus últimas construcciones manuales navideñas, y mi padre acariciaba el control remoto del televisor sentado en su sillón mientras nos seguía con los ojos. Esa noche, días antes de noche buena, cenamos juntos. Los escuché hablar de nada como siempre lo habían hecho, pero esta vez ya no me incomodaba. No es que me hubiera acostumbrado, es todo lo contrario, me desacostumbré y escucharlos ahora era exótico en mi vida, puedo soportarlo. Al día siguiente, temprano ayudé a mi madre con los quehaceres de la casa. Mi padre seguía durmiendo. Como al medio día él se despertó fue directo al sofá, prendió su televisor y ahí se quedó en silencio. Mi madre hablaba y hablaba mientras barría, cocinaba, lavaba y limpiaba estantes. Ahora yo me sentía una espectadora más y ya no parte de eso. ¿Cómo podría haberme ajustado a esa escena? ¿Habría sido la conciliadora que hace que su padre colabore? ¿Habría sido la hacendosa, que toma la posta de su madre para que ella pueda reposar con su esposo y ver la televisión cómodamente? ¿Habría sido la lengua larga, que ve a su padre haciendo nada y de tres frases puntiagudas en tono severo se encarga de hacerle sentir inútil y a su madre culpable por siempre haber sido tan servicial? ¿Hay otras opciones para mi personaje? Creo que la de espectadora es la que mejor me queda, con la que mejor me llevo y en la que menos involucrada en sus asuntos estoy. A pesar de todo, creo que la vida de jubilados les ha asentado bien.


La noche buena, como todos los años en los que viví con ellos: Asado de carne, puré de manzanas, arroz con pecanas, vino borgoña, y gaseosa negra. Cenamos más temprano porque mi padre se queda dormido antes de las 9 ahora. A las 10 las luces de la casa ya estaban apagadas, yo salí al balcón para respirar un poco y fumar un cigarrillo. A la media noche los vecinos comenzaron con su típico ritual pirómano. Toda la cuadra encendía cuetecillos, silvadores, luces de bengala, y todo tipo de artefactos pirotécnicos que la situación ameritaba. De lejos me saludaban y se abrazaban a si mismos señalando con un gesto que el abrazo era para mí, aún sin recordarme del todo. Hace ya tantos años no andaba por ese barrio.


Los días posteriores fueron sumamente rutinarios, iguales y aburridos. No se como mis padres soportan una vida así. Es como si diariamente borraran sus recuerdos mas inmediatos, sus quehaceres rutinarios y las situaciones cotidianas de su memoria. Así despiertan un nuevo día y se nota la práctica en su actuar, pero no se nota cuan aburridos podrían estar de descubrir que todos los días cumplen la misma condena.



Hoy, ya en casa, en mi misma otra vez, no los extraño. Probablemente pase una larga temporada nuevamente antes que vuelva a dirigirles la palabra o si quiera pensar en ellos. Así soy, es mi modo…siempre como yo quiero.

jueves, 19 de agosto de 2010

Página del Diario de Antonieta

1 de Setiembre/ Cualquier año


Querido Diario:

De cuando en vez tengo periodos ausentes de mí. Periodos en los que mis quehaceres son totalmente automáticos y en los que mi mente no se ve involucrada de manera consciente en lo más mínimo. En otras palabras; soy eficiente en el trabajo y me pueden promover, pero soy incapaz de sentir algo por ello, por mí o por alguien.

Desde que era niña he tenido la costumbre de aislarme de quienes sé que me aman. Buscaba provocar alguna situación en la que se me presente la oportunidad de reaccionar mal. Podía ir desde no hacer lo que me ordenaban sino todo lo contrario, hasta burlarme de mis padres de la forma más descarada. Siempre hallaba la manera de conseguir alejarme de sus muestras afectivas. Hoy no es la excepción. Vivo sola hace años, no los llamo ni los veo, y cuando me escriben o me llaman no les respondo. No se, es que me parece innecesario ese tipo de contacto. Ellos ya cumplieron su ciclo en mi vida, así como lo hizo Él por un tiempo.

Han pasado un par de cosas desde que no te escribo, Diario. La primera de todas es que me compré una pequeña camioneta de segunda, dos puertas, celeste y con una llanta de repuesto. Hasta ahora me va bien. No me ha fallado, creo hice una buena compra.
La segunda es que me recorté un poco el cabello. Lo llevaba largo ya hace mucho y me comenzó a aburrir tener que cepillarlo todas las noches antes de dormir. Ahora lo llevo a la altura de la mitad de mi cuello. Es un corte bastante moderno, con mechones de distintos tamaños y mucho movimiento. Realmente me gusta. Me hace recordar cuando comencé la universidad y veía a mucha gente con estilos extravagantes. Yo venía de una familia y un colegio extremadamente conservadores y nada de lo que veía jamás se había cruzado por mi cabeza. Así que un día, cogí una tijera y me corté el cabello como pude frente al espejo del baño de mi casa. Estaba cortísimo y desgarbado. Me fui a dormir temprano esa noche para que mis padres no se dieran cuenta. Al día siguiente salí usando una capucha que me tapaba toda la cabeza y llegando a la universidad me la quité. Recuerdo la sensación de libertad que sentí al entrar a la universidad luciendo mi propio estilo, hecho con mis propias manos, y sobre mi propia cabeza. Me sentía realmente yo, sin importar si me veía bien o no, me sentía realmente yo.
La tercera cosa que me ha sucedido es que me doblé el pie. Fue algo sumamente tonto en realidad. Estaba entrando a la ducha cuando escuché un sonido extraño. Decidí ir a ver qué era, así que salí del cuarto de baño y fui en dirección a la cocina. Hay un peldaño que subir al momento de cruzar de la sala a la cocina. Justo antes de pisarlo volví a escuchar el ruido más fuerte y muy cerca a mí por la derecha. Giré mi cabeza rápidamente y vi una mancha negra que se avecinaba sobre mí. Quise correr pero no recordé el peldaño que debía subir y mi tobillo se dobló cual plastilina sin volver a su posición original. Al principio no me dolía pero al cabo de unas horas ya no podía pisar sin sentir hincones a los costados de mi tobillo. Fui a la clínica donde no me dieron otra opción que enyesarme y descanso médico indiscutible. Jamás me habían inmovilizado alguna parte del cuerpo y menos con yeso. Así que todo esto es una nueva experiencia para mí. Por el momento no puedo ni usar mi camioneta, ni lucir mi nuevo corte de cabello en el trabajo, ni salir a caminar. Ah..y la mancha negra que vi, era una bolsa que se caía de un estante.

Parecería que he progresado en supervivencia, pero todo sigue tratándose de mí. Mi convivencia social sigue en total nulidad y no me molesta (que es lo peor de todo según mi psicólogo). A veces siento que extraño algo que relaciono con compañía, pero realmente no sé qué es lo que extraño. A veces me quedo mirando la puerta de mi cuarto como pensando "falta aún que alguien entre". A veces fumo un cigarrillo recordando los susurros de un tiempo pasado donde el cenicero albergaba un cigarrillo más del otro lado al que apoyaba el mío mientras conversábamos sobre el color de las velas de mi próximo cumpleaños.

Conmigo, sin mí...de todos modos seguiré caminando, autómata y con disfrute ausente hasta nuevo aviso.


Buenas noches, Diario.
Tuya,
Antonieta.

miércoles, 7 de julio de 2010

Página del Diario de Antonieta

7 de Julio de Cualquier año / Diario de Antonieta

Querido Diario:

Hoy he venido corriendo a tí. Los duendes punzantes en los que se han convertido mis pensamientos no me dejan tranquila. Tus páginas se han vuelto mi sacerdote y confesionario. Es que ya no puedo hablar, es que cuando hablo las palabras se invierten y mutan descontroladamente, es que cuando existen palabras sus letras corren lejos de mí...y yo corro hacia tí, querido Diario.

Ayer soñé que iba al zoológico y subía en un tren gigante. Me senté en el primer carril, sola, y me coloqué el cinturón de seguridad. El viaje iba bien. El tren se deslizaba suavemente sobre un carril de colores. Luego vino una pendiente y como a la mitad había una columna que cortaba el camino. A unos metros de llegar a ella el tren comenzó a acelerar muchísimo. Me di cuenta ahí de que era un joven quien conducía el vehículo desde la parte trasera, con los ojos vendados y riéndose delirantemente. Sentí mucho miedo. Veía que nos acercábamos tan rápido hacia esa columna...cuando ya estábamos a menos de un metro, el tren hizo un movimiento brusco; saltó del carril abriéndose hacia el vacío y luego, después de pasar por el costado de la columna, volvió al carril y siguió avanzando tranquilamente.

Mi corazón estaba saltando. Esta noche no descansé. Este día no descansé. Ni ayer, ni antes de ayer, ni...ya no sé cuando fue la última vez, de día o de noche, es igual. Saber que no estoy tan podrida como creía y que aun tengo una oportunidad para hacer las cosas bien no me ha reanimado como esperaba, todo es como mas lento y vacío. Leo páginas atrás y he escrito "lento y vacío" tantas veces y de tantas maneras...

En la mañana intenté usar toda esa carga que me dejó el sueño para hacer un cambio. Quería llegar al trabajo y decir "buenos días" a todos con una sonrisa. Quería de una vez por todas saludar a mi vecina a quien tantas veces he esquivado. Quería dejar de usar uñas postizas por mi mala manía de morderme las uñas. Quería cortarme el cabello, teñírmelo de un color más claro, rizarme las pestañas y pintarme los labios de rouge. Quería decirle "gracias, que tenga un buen día" por primera vez a mi taxista que me lleva y me trae los jueves y viernes desde hace dos años. Quería sacar todo mi sueldo del banco y comprarme muchas cosas. Quería llamar a Mariela, mi mejor amiga de toda la vida y a quien dejé de hablarle hace un año y medio porque simplemente lo dejé de hacer. Tenía muchas fuerzas que me dio, en forma de susto y fuertes latidos, aquel tren descarrilado de mi sueño. Quería hacer muchas cosas hoy, pero...aquí me tienes Diario, escribiéndote una noche más de mis intensiones y de mis "quería".

Fiiiuuuffff! mira la hora que es! Será un día largo, es mejor que intente cerrar los ojos. Tal vez hoy sueñe con un avión en llamas.


lunes, 28 de junio de 2010

Página del diario de Antonieta


Diario de Antonieta
Lunes 28 de Junio/ Cualquier año


Querido Diario:

No tengo muchas ganas de escribirte hoy, pero me siento sola. Faltan solo 3 semanas para que me den vacaciones en el trabajo, mis primeras vacaciones. Tengo que viajar, salir de esta ciudad. No lo hago por seguir los consejos de mi terapista, lo hago porque si me quedo me sentiré más sola aun, sin nada que hacer y sin amigos a los cuales visitar ni que me visiten. Es solo por hoy que me siento así, tú ya sabes. Me he adaptado muy bien a vivir sola desde que él se fue.

Tengo una vela en mi habitación que jamás prendo. Es blanca, grande, y con un dibujo muy bonito en ella; un caballito de mar. Unas semanas antes de irse, cocinó para mí una cena deliciosa y me regaló esta vela. Dijo que la había hecho hace tiempo, cuando aun no me conocía, que se quemó varias veces y que siempre que había intentado deshacerse de ella, de alguna manera volvía a él. Ésta era la primera vez que se la regalaba a alguien, me la estaba dando a mí. Seguramente ya tenía planeado irse y me mintió para que yo pensara que algún día ese pedazo de cera frágil podría volvernos a unir. Siempre supo como hacerme pensar exactamente lo que él quería. Siempre supo como hacerme sentir bien.

Tengo mucho que hacer durante estas tres semanas que quedan antes de las vacaciones. Ha llegado una chica nueva, una practicante que no sabe absolutamente nada del trabajo. Eso ya me quita tiempo para hacer los informes que debo presentar, me la han asignado y cada 5 minutos viene a mi escritorio para preguntarme si debe escribir esto o lo otro, si llama al cliente o espera unos días, si está bien la manera en que se está vistiendo para venir a la oficina, si el chico del piso de abajo es casado, si se nota que es una puta barata...

Salió el Sol hoy, pero lo miré muy poco. Iba como detrás de mí, mi sombra adelante, y yo en el medio. Así estoy, en el medio, y mis únicos acompañantes son un astro luminoso a millones de kilómetros y una mancha ploma pegada a mis pies. Vaya que hoy esto está feo, pero mi vela sigue linda.


Iré por un trago.
Hasta después Diario.


lunes, 21 de junio de 2010

Página del diario de Antonieta

Diario de Antonieta / 21 de Junio de cualquier año


Querido Diario:

Ha sido una semana con muchos desatinos y con un gran acierto. He comprobado cómo es que los viajes en zigzag se vuelven un camino directo a la oscuridad. También he comprobado que llamarme Antonieta no significa nada y que yo soy tan mortal como cualquiera.

No había estado sintiéndome bien. Mis ánimos andaban por los suelos y a rastras, mientras mi bienestar físico se convertía en un pensamiento constante desarrollando una paranoia malsana en mí. En realidad la falta de motivación por mis quehaceres cotidianos parece no tener solución. Mi terapista dice que debo realizar un viaje que me ayude a despejar la mente, trazarme nuevas metas, cambiar de aires y de entorno para luego volver con más fuerza. Yo no le creo, sólo le pago porque necesito que alguien me escuche e intente resolver mis problemas. Sí, no tengo amistades que puedan hacer por mí eso gratis, y mi familia…hace mucho que no se de ellos.

Los desatinos de la semana fueron más bien predecibles, simples y sin importancia. El gran acierto, que me hubiera encantado sea para un bien, fue una de las peores cosas que me ha pasado y me pasará en la vida. Soñé una de estas noches con una casa muy vieja, toda de madera. Abría la puerta en el sueño y entraba. Todas las paredes por dentro estaban repletas de cucarachas y el piso tenía pintadas unas rayas blancas largas de textura grumosa. Cuanto intentaba salir de la casa, no podía. Me quedaba en frente de la puerta abierta, mirando hacia fuera, y haciendo fuerza para poner un pie del otro lado. Por más que lo intentaba, no podía. Hasta que me cansé y caí al piso, me acomodé, y dormí entre lagrimas de impotencia y resignación. Siempre supe que me estaba pudriendo, siempre.

Ya no recuerdo como llorar. Hace tanto tiempo que no lo hago. No me acuerdo como se siente antes de comenzar a hacerlo, ni el sabor de las lágrimas cuando ya han caído. Ya “sentir” se ha convertido en algo que prefiero pasar por alto, algo que es mejor que mi terapista maneje y yo simplemente le pague. Ser una casa de madera siempre trae consecuencias sobre todo si se construye cerca al mar, donde la humedad no el un problema, la casa lo es.


Sacaré la basura...

Te escribo luego Diario