jueves, 19 de agosto de 2010

Página del Diario de Antonieta

1 de Setiembre/ Cualquier año


Querido Diario:

De cuando en vez tengo periodos ausentes de mí. Periodos en los que mis quehaceres son totalmente automáticos y en los que mi mente no se ve involucrada de manera consciente en lo más mínimo. En otras palabras; soy eficiente en el trabajo y me pueden promover, pero soy incapaz de sentir algo por ello, por mí o por alguien.

Desde que era niña he tenido la costumbre de aislarme de quienes sé que me aman. Buscaba provocar alguna situación en la que se me presente la oportunidad de reaccionar mal. Podía ir desde no hacer lo que me ordenaban sino todo lo contrario, hasta burlarme de mis padres de la forma más descarada. Siempre hallaba la manera de conseguir alejarme de sus muestras afectivas. Hoy no es la excepción. Vivo sola hace años, no los llamo ni los veo, y cuando me escriben o me llaman no les respondo. No se, es que me parece innecesario ese tipo de contacto. Ellos ya cumplieron su ciclo en mi vida, así como lo hizo Él por un tiempo.

Han pasado un par de cosas desde que no te escribo, Diario. La primera de todas es que me compré una pequeña camioneta de segunda, dos puertas, celeste y con una llanta de repuesto. Hasta ahora me va bien. No me ha fallado, creo hice una buena compra.
La segunda es que me recorté un poco el cabello. Lo llevaba largo ya hace mucho y me comenzó a aburrir tener que cepillarlo todas las noches antes de dormir. Ahora lo llevo a la altura de la mitad de mi cuello. Es un corte bastante moderno, con mechones de distintos tamaños y mucho movimiento. Realmente me gusta. Me hace recordar cuando comencé la universidad y veía a mucha gente con estilos extravagantes. Yo venía de una familia y un colegio extremadamente conservadores y nada de lo que veía jamás se había cruzado por mi cabeza. Así que un día, cogí una tijera y me corté el cabello como pude frente al espejo del baño de mi casa. Estaba cortísimo y desgarbado. Me fui a dormir temprano esa noche para que mis padres no se dieran cuenta. Al día siguiente salí usando una capucha que me tapaba toda la cabeza y llegando a la universidad me la quité. Recuerdo la sensación de libertad que sentí al entrar a la universidad luciendo mi propio estilo, hecho con mis propias manos, y sobre mi propia cabeza. Me sentía realmente yo, sin importar si me veía bien o no, me sentía realmente yo.
La tercera cosa que me ha sucedido es que me doblé el pie. Fue algo sumamente tonto en realidad. Estaba entrando a la ducha cuando escuché un sonido extraño. Decidí ir a ver qué era, así que salí del cuarto de baño y fui en dirección a la cocina. Hay un peldaño que subir al momento de cruzar de la sala a la cocina. Justo antes de pisarlo volví a escuchar el ruido más fuerte y muy cerca a mí por la derecha. Giré mi cabeza rápidamente y vi una mancha negra que se avecinaba sobre mí. Quise correr pero no recordé el peldaño que debía subir y mi tobillo se dobló cual plastilina sin volver a su posición original. Al principio no me dolía pero al cabo de unas horas ya no podía pisar sin sentir hincones a los costados de mi tobillo. Fui a la clínica donde no me dieron otra opción que enyesarme y descanso médico indiscutible. Jamás me habían inmovilizado alguna parte del cuerpo y menos con yeso. Así que todo esto es una nueva experiencia para mí. Por el momento no puedo ni usar mi camioneta, ni lucir mi nuevo corte de cabello en el trabajo, ni salir a caminar. Ah..y la mancha negra que vi, era una bolsa que se caía de un estante.

Parecería que he progresado en supervivencia, pero todo sigue tratándose de mí. Mi convivencia social sigue en total nulidad y no me molesta (que es lo peor de todo según mi psicólogo). A veces siento que extraño algo que relaciono con compañía, pero realmente no sé qué es lo que extraño. A veces me quedo mirando la puerta de mi cuarto como pensando "falta aún que alguien entre". A veces fumo un cigarrillo recordando los susurros de un tiempo pasado donde el cenicero albergaba un cigarrillo más del otro lado al que apoyaba el mío mientras conversábamos sobre el color de las velas de mi próximo cumpleaños.

Conmigo, sin mí...de todos modos seguiré caminando, autómata y con disfrute ausente hasta nuevo aviso.


Buenas noches, Diario.
Tuya,
Antonieta.