jueves, 28 de enero de 2010

Los 4 miedos

Tu mirada me hace pensar en 4 miedos basados en mi inseguridad múltiple:

 


-       ¿Estaré mintiendo?

 

Por momentos la realidad no parece ser tan verídica y pierdo un poco (solo un poco) el sentido de las cosas.  Me confío de la duda y creo (por pocos segundos) que lo que ocurre solo es en el imaginario.  También cuando actúo (entiéndase como “cuando hago algo”) afirmo en mis pensamientos que todo es simplemente parte del guión de una película que acabará cuando quiera, o que está pasando pero en realidad no lo es.  Y cuando me miras, me cuestiono desde adentro y me pregunto si de verdad estará sucediendo o habrá sucedido lo que tengo como recuerdo…o tal vez lo creé con el tiempo y retazos de deseos, sueños, películas, historias y chismes.  Cuando me miras siento que miras mi real-realidad y me siento desnuda y ciega, porque ni yo se bien si vivo basada en mi imaginario o si piso un jardín multicolor de concreto que duele cuando te caes.  No pienso en mentir, pero…¿estaré mintiendo?

 

-       ¿Me voy a morir pronto?

 

Miro hacia atrás por ratos y parece que no he vivido nada, que no he conseguido nada, que sigo siendo un bebé de brazos que caga y caga sin que el pañal le pese ni le incomode.  Pero cuando me miras (y sobre todo cuando me hablas) siento que sé demasiado para lo que puedo soportar con legalidad en la dimensión de los seres humanos atrapados en el tiempo y el espacio con un límite de caducidad para sus conocimientos y un limite inferior de generación para los nuevos a aprender.  En ese preciso ápice me entra un miedo hormigueante de origen doble: la planta de mis pies y la parte apical de mi cabeza o coronilla.  Se encuentran en lo mas oscuro de mi estómago produciendo en mi incontenibles ganas de vomitar el futuro cuanto antes (cuanto antes).  Una visión mortuoria me traspasa por la espalda como una estalactita helada que ha caído desde mi pasado hacia mi futuro dejándome incrustada en el medio (o sea en el presente).  Ese es el momento donde tu mirada pierde forma y se tuerce en forma de carita triste.  Veo que me muero hoy o mañana, pero de 48 horas no paso.  Se me quedan los hombros pesados.  Tus ojos toman forma otra vez y brillan como lo saben hacer.  Pero mis hombros ya se me quedaron pesados y la estalactita atravesada a la altura de mi pulmón derecho.  No pienso en morir, pero…¿será que voy a morir pronto?

 

-       ¿Estoy siempre en un error?

 

Parece que estoy al revés cuando me miras.  Me convierto en un cilindro verde que un bebé sin prejuicios intenta colocar en el hueco rojo con forma rectangular.  Los ruidos que salen de mi boca sencillamente me saben bien pero suenan a nada para tus ojos.  Logro caminar, correr, saltar, girar…hasta volar, pero cuando llego a la pared que construyeron tus pupilas oscuras durante años, ya no sé si realmente caminé, corrí, salté, giré…o hasta volé.  Ahí me siento al revés, y que por eso mismo mi pie se torcerá al siguiente paso.  Caminaré con los pies torcidos, correré con los pies torcidos, saltaré con los pies torcidos, giraré con los pies torcidos…hasta volaré con los pies torcidos, llegaré a tu pared y nuevamente me sentiré al revés, se me torcerán los pies hacia el otro lado, y continuaré mi camino hasta tu pared que siempre está (tus ojos siempre están).  Lo digo porque es lo que sucede: La llama de una vela me quema la mano derecha, huele a carne tostada, y me duele.  Me miras y…la vela la prendí yo sin tener cuidado, pensando en que el encendedor no funcionaba porque ayer te habías acabado el combustible al prender el ultimo incienso que quedaba después que preparé pescado frito y dejé todo el lugar apestando.  Volteo y miro tus ojos…la vela no esta prendida, era el reflejo de la luz en un espejo, el encendedor está cargado, ayer no preparé pescado, no sé cocinar.  La vela está prendida y me quema la mano, eso lo sé.  No pienso en equivocarme…pero, ¿será que me equivoco?

 

-       ¿Me quedaré siempre en ningún lugar?

 

Sin la intención de pensar en lugar como únicamente referido al espacio físico, me extiendo en la palabra hacia el tiempo y la ubicación.  Cuando mis ojos existen es horrible.  Veo una vez mas que estoy flotando, que no puedo pisar, que soy el trazo extra de un circulo dibujado a mano alzada y rápidamente para señalar la palabra mal escrita.  Hay mil palabras mal escritas y estoy en ese trazo, en todas ellas. 

Hay árboles más pequeños que ya dieron frutos, incluso los de mi mismo tamaño.  Hay árboles añejos que el pasar de los años les llevó el fruto y otros añejos también que no lograron hacer brotar ni una flor pequeña y pálida.  Mis raíces ni si quiera están amarradas al calor de la tierra, pero cuando imagino que lo están, pasa el tiempo y me trae nada.  Así que rápidamente dejo de imaginarlo y sigo flotando, sobre el mismo lugar, pero estoy solo flotando.

Tengo un pequeño ser dentro de mi estómago que en realidad no existe pero lo imagino constantemente (lo cual le da existencia de vez en cuando).  Lo he amarrado por si se quiere escapar.  Está sentado, en la nada, con las piernas y brazos doblados y amarrados con un hilo negro que una vez encontré y me tragué.  La boca siempre la tiene abierta como gritando, y los ojos cerrados con fuerza…como gritando también.  Quieto está.  Por ratos gira perdiendo el sentido de arriba y abajo. No me gusta tenerlo ahí.

Tus ojos me encontraron por fin y me dicen lo que me saben decir.  Eso que tú ya sabes pero yo no.  Por eso mismo tengo cierto tipo de privilegios con los que juego de cuando en vez.  Me miras y se me escarapela el ánimo, se me chorrea la fuerza, mis ojos también existen…y es horrible.  No pienso en quedarme siempre en ningún lugar…pero, ¿me quedaré en ningún lugar?

 

 

 

*4 miedos en los que me hace pensar tu mirada cuando se topa con mi inseguridad múltiple asomándose a la ventana.